San Juan de Ribera y los mártires Bernardo, María y Gracia

San Juan de Ribera evangelizando a los moriscos

San Juan de Ribera evangelizando a los moriscos. Lienzo de Francisco Domingo que se conserva en el Museo de San Pio V de Valencia

Los testimonios que encontramos entre los historiadores de los Santos Mártires de Alzira, Bernardo, María y Gracia (nacidos: Ahmete, Zaida y Zoraida), sobre diversos sermones que hizo San Juan de Ribera sobre ellos especialmente una novena, nos ha impulsado a la búsqueda de si existe o no la forma escrita de ellos.

Nos dice en su obra Jaime Cervera que no solamente San Juan de Ribera honró a las reliquias descubiertas en su tiempo sino que predicó una novena en su honor.[1]

Nos interesa este testimonio ya que nos hace caer en la cuenta de la importancia que tenía para el Patriarca, en estos tiempos, las figuras de unos moros convertidos al cristianismo, y, a la vez, de gran relevancia personal, social y moral.

Dice nuestro autor al respecto:

«Cuando se descubrieron las Reliquias de nuestro Bernardo[2] … Gobernaba entonces esta Diócesis el Venerable[3], Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Don Juan de Ribera, Patriarca de Antioquía[4] … Este gran Prelado (a fama de los prodigios, que obraba Dios por medio de nuestro Santo) instando de su piedad y devoción, quiso también ir personalmente a Alzira, a visitar su sepulcro. Hizole una novena, yendo todos los días a pie desde la villa al Convento (que está bien distante de ella) a decir misa en honra del Santo»[6].

Esta noticia nos ha hecho buscar entre su sermonario editado en siete volúmenes por el doctor Don Ramón Robres Lluch[7]. Por desgracia no hemos encontrado los esquemas de estos sermones. Tampoco hemos tenido éxito, hasta la fecha, entre la documentación que hemos usado de los Archivos de Londres (British Museum), de Roma (Archivo Secreto y Congregaciones), los manuscritos del Colegio del Patriarca (los sermones, como hemos dicho, han sido editados por Robres) especialmente su Archivo. No hemos alcanzado el resultado esperado, pero no cejamos en el intento. Esperamos poder encontrarlos en París, en el proceso de San Juan de Ribera para su canonización, que fue llevado allí por las tropas de Napoleón como “botín de conquista”. Confiamos que podamos hallar por lo menos parte de los mismos[8].

La conversión al cristianismo de Bernardo nos habla de la influencia del testimonio personal para que los no creyentes encuentren la verdadera luz, que emana la vida de Cristo, manifestada por los cristianos.

Llegar a conocer que la imagen verdadera de Dios es Cristo, es el mayor descubrimiento que el hombre puede hacer y quien lo conoce le transforma su vida. Esta verdad, al ser aceptada, nos permite descubrir dos cosas fundamentales: quien es Dios y cuál es la consideración que nos tiene; en otras palabras: el amor de Dios y la importancia del hombre.

Descubrir la figura de Jesucristo, Hijo de Dios, como la expresión del amor de Dios es la mejor forma para entender a Dios, Él es amor. ¿Cómo podemos decir que Dios nos quiere castigar, cuando él muere por nosotros para que nos salvemos? ¿Cómo podemos conseguir nuestro propio destino y el de la humanidad en la que vivimos, si Cristo, para nuestra conversión (cambio total), nada menos que vivió entre nosotros, padeció y murió? ¿Cómo podemos decir que todas las religiones son iguales cuando la revelada por el verdadero Dios nos dice que la transformación de los demás no se hace con la eliminación del enemigo, combatiendo incluso con las armas, sino con el propio sacrificio incluso hasta la muerte para que los demás se salven? ¿No vemos a Bernardo ya cristiano poner en peligro su vida -en verdad, murió por ello- para comunicar a sus hermanos su gran descubrimiento?. La cruz de Cristo es signo de entrega, Él muere por nosotros; de amor, ya que se encarna y cumple la voluntad del Padre para redimirnos, es decir, hacer Él lo que nosotros no hemos aceptado y así poder volver al Padre; de intercesor, Cristo asume nuestras culpas para que nosotros tengamos su vida.

San Bernardo en contacto con los monjes de Poblet, cristianos comprometidos con el Evangelio, descubre esa gran verdad, la vive y, cuando está poseído por ella, la quiere comunicar a los que más quería. Por desgracia la verdad no es aceptada por todos, pero quien la acepta tiene el fruto de su elección. Su hermano lo persiguió, sus hermanas abrazaron la fe completa en el Dios revelado en Cristo Jesús. Uno fue verdugo, parecía que triunfaba por haber vivido él y muerto los que seguían a Cristo. Pero la derrota aparente de la muerte de los mártires fue vencida por la gracia del Creador. Los vencidos hoy triunfan en el cielo, son recordados y venerados, los “vencedores” se perdieron en el camino de la historia.

Nos gustaría tener entre nuestras manos lo que un gran santo, San Juan de Ribera, sabio y prudente, dijo ,en su novenario, al encontrar sus restos. Aquel personaje clave de este tiempo, que honra con su persona y con sus bienes a los santos convertidos al cristianismo, podría descubrirnos más claramente su pensamiento sobre la importancia del ser cristiano, el bien que se alcanza cuando se abraza la fe de Cristo. No hemos tenido la suerte de encontrar estos escritos, pero no cejaremos en su búsqueda. Dios quiera que lo podamos ofrecer todo el año.

Antonio Benlloch Poveda

Doctor en Derecho Civil y Derecho Canónico
Fiscal General de la Archidiócesis de Valencia
Catedrático de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer

 

  • NOTAS:
  • [1] Jaime Cervera, «Las Tres Púrpuras de Alzira», 1707 (edición facsimile: Antonio Benlloch Póveda editionem curavit, Alzira, Pontificia Archicofradía de los Santos Patronos, 1985, aquí p. 67.
  • [2] Para hacer más fácil la lectura de este texto actualizamos algunos vocablos y la ortografía de este escrito de finales del siglo XVII y principios del XVIII.
  • [3] En este tiempo estaba el proceso de beatificación del que sería San Juan de Ribera, por boca de Juan XXIII, el 12 de junio de 1960. Después fue declarado santo protector del Concilio Vaticano II.
  • [4] Anteriormente dijo: “fue gran devoto y venerador de nuestro Santo; y habiéndose hallado en su tiempo las reliquias de los tres mártires, que por más de ochenta años habían estado escondidas, por las alteraciones que hubo en este Reino en tiempo de las Germanías”. Opus cit, pp.48-49.
  • [5] Dice en cita al margen: Constat id ex Processus dicti Venerabilis, authoritate Ordinario prosecuto, anno 1625, fol. 1555.
  • [6] Opus cit., pp. 66-67.
  • [7] San Juan de Ribera, Sermones…, VII vol., Valencia, Edicep.
  • [8] Fruto de estos trabajos ha salido alguna documentación sobre los mismos en un trabajo presentado al Congreso de Teología Histórica celebrado en Valencia en el año 2009. A. Benlloch-M.A. Bondía, la predicación de la palabra de Dios en el ministerio pastoral de San Juan de Ribera (en prensa).

2009

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