Jaime I fue quien perpetuó la memoria de San Bernardo

Retrato de Jaime I. Acuarela del artista Vicente Sanz Castellanos.

Jaime I – Obra del artista Vicente Sanz Castellanos

Con el tiempo se olvidan, lamentablemente, algunos acontecimientos que en su momento fueron de gran importancia, uno de ellos es el hecho de cómo se recuperaron los restos de Sant Bernat, Maria y Gràcia pocos años después de su martirio, y más excepcional es que fuera el propio rey, Jaime I, quien promoviera las investigaciones que llevaron a cabo su descubrimiento, habida cuenta que habían transcurrido sesenta y tres años, y posiblemente aún sobreviviría algún testigo del fatídico fratricidio que debió conmocionar a las poblaciones ribereñas.

«Noticioso después el Señor Rey Don Jayme del Martirio de S. Bernardo, y sus Hermanas, hizo buscar sus Cuerpos, y certificado del lugar de su Martirio, no sin manifiestas señales del Cielo, fueron hallados en el mismo sitio, en donde fueron martirizados, y mandó fabricar allí una iglesia en honra de nuestros Mártires; …». «…Nuestros historiadores añaden, que llegando con temor los soldados azia el puesto que señalaban las luzes, hallaron la tierra mojada de sangre fresca: y incitados de impulso divino, cavaron en aquel sitio, y toparon con los Cuerpos de los tres Santos Mártires ». [1]

Tendríamos que preguntarnos que hubiera sido de los restos bernardinos si no se hubiera interesado el monarca en recuperarlos. Seguro que de no ser por él, con el paso del tiempo se hubiera borrado de la memoria el triste recuerdo del martirio. Con su interés por descubrir el lugar donde estaban sepultados y darles un digno sepulcro, como recompensa a su decidida entrega de la vida, a pesar del sufrimiento y del martirio a manos de «sus hermanos», Jaime I hizo mucho más que rendir ese homenaje póstumo al reconocer el valor demostrado por los jóvenes ribereños que, renunciando la reconversión a la fe islámica, mantuvieron firme su propósito cristiano, él ya experimentado y asumido tras su estancia en el monasterio cisterciense de Poblet, pero el de ellas no menos admirable, recién bautizadas, no se volvieron atrás contagiadas por la férrea creencia de su hermano. Admirable modelo de convicción, incluso ante la inminente amenaza de la muerte.

Su sacrificio fue oportunamente utilizado por el Conquistador que quiso tras el esfuerzo de hallar los restos, promulgar la historia de los tres hermanos convertidos al cristianismo, para demostrar a unos y otros que lo importante no era el lugar de nacimiento, ni las creencias anteriores, sino que aun a pesar del origen islámico, con la conversión, no forzada, pacífica, tal como había sido su Real entrada en las fértiles tierras de esta orilla del Xúquer, se podía ser perdonado, querido y respetado, siguiendo el ejemplo de estos personajes, repudiados, sacrificados y olvidados para el Islam pero ahora revividos y apreciados por el Cristianismo.

«Et super columnas Arma, ad memoriam aeternam»

«… El Señor Rey Don Jayme trató luego de edificar en el mismo sitio una Iglesia, y allí hizo un suntuoso Túmulo, sustentado de seis colunas, donde fueron colocados los Cuerpos de los tres Santos Mártires, con una Estatua de piedra de nuestro Santo; y a los pies de ella un rótulo, que con las letras doradas dezia: Hic jacet Corpus Sancti Bernardi Martyris; y alrededor quatro Angeles con sus candeleros de piedra; y en el remate de dicho Túmulo puso el Rey sus Armas para eterna memoria: Et super columnas Arma, ad memoriam aeternam ».[2]

Este intento por propagar entre los musulmanes, vencidos y por vencer, la benevolencia de los bárbaros conquistadores, tendría sus resultados, como así se desprende del testamento fechado en 1262, del hijo del Walí de Valencia, Zeit Abu Zeit que se convirtió al cristianismo con el nombre de Antonio Pérez de Arenós, el cual hizo donación de veinte sueldos reales para la construcción de la Iglesia de Sancti Bernardi.[3]

Han pasado 760 años de aquella iniciativa, de aquel firme propósito, y las cosas han cambiado, como bien sabemos, se han ido perdiendo incluso los inmuebles que en Alzira mandara construir Jaime I, como el Convento de las Damas Nobles de Santa María de Montpellier, el Convento de San Agustín, la Iglesia de Santa María, el molí Reial, …, el tiempo no se detiene, sigue su imparable curso, y lo que en un momento fue todo un acontecimiento hoy con el tiempo poco queda. Los alzireños y ribereños, como herederos de la historia de nuestra tierra y de sus habitantes, deberíamos estimar y perpetuar aquellos hechos que forman parte de ella, siguiendo como ejemplo el legado que nos dejó Jaime I: «Et super columnas Arma, ad memoriam aeternam».

Agustín Ferrer Clari
Arqueólogo Municipal de Alzira

 

2003

Click to rate this post!
[Total: 1 Average: 4]

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

12 + cinco =

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar