SANTOS BERNARDO, MARIA Y GRACIA

San Bernardo, un príncipe moro

Ahmet Ibn Al Mansur (San Bernardo), hijo del reyezuelo moro de Carlet Al Mansur, nació en el año 1135 en Pintarrafes, una pedanía desaparecida cerca de Carlet (Valencia-España) donde actualmente existe una Ermita donde se venera a San Bernardo.

Fue educado en la corte musulmana de Valencia, en donde destacó por su prudencia y laboriosidad. Eso le hizo merecer la confianza del Rey de Valencia lbn Mardanix, conocido como Rey Lobo, que le asignó importantes tareas.

Graves y serias divergencias surgieron entre la corte mora de Valencia y la cristiana de Barcelona. El Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, exigió el tributo que, en otras ocasiones, había ofrecido el Rey de Valencia como pago, bien de acuerdos, bien de rescate de moros cautivos.

La conversión al cristianismo

Retrato del artista Vicente Sanz Castellanos de San Bernardo

San Bernardo, príncipe moro
Obra de Vicente Sanz Castellanos

El Rey Lobo, conocedor de las cualidades de Ahmet, le envió al frente de una embajada a solucionar el problema con los cristianos. Ésto ocurría hacía el año 1156. En el largo camino, parece ser que al regreso de la misión, se desorientaron. Ahmet y sus acompañantes, cansados y fatigados, optaron por el descanso hasta los albores matinales. Del merecido sueño fueron despertados por unos cánticos. Extrañados se acercaron al lugar de la melodía. Allí fueron recibidos por unos monjes sorprendidos ante la presencia de moros que, por las ricas vestimentas, daban a entender tener relevancia. Ahmet, sin pretenderlo se encontraba en el Monasterio cisterciense de Santa María de Poblet (Tarragona-España).

Atraído por la bondad de los monjes pasó un tiempo en Poblet, no sin antes despedirse de su corte. Allí pregunta… estudia… compara… contempla la austera vida de los monjes y… decide hacerse cristiano.

Formado en la doctrina de Cristo es bautizado el 20 de agosto de 1156 por el Abad Grimaldo. A partir de entonces no será Ahmet, sino Bernardo. El nombre lo tomó del Abad propulsor de la orden cisterciense: San Bernardo de Claraval.

Vivió con la comunidad de Poblet y anhelaba la perfección, por lo que, tras un período, vistió el hábito de monje cisterciense, distinguiéndose por las virtudes de la piedad y la caridad. El Abad Esteva I, le nombró administrador de los bienes del Monasterio (¿año 1163?), lo que permitió a Fray Bernardo volcarse con los pobres. Al hacerse cargo de los bienes del monasterio también era suya determinar cuanto se daba a los pobres. Su fama creció por las limosnas que daba y también por sanar enfermos. Acusado Fray Bernardo de prodigalidad de los frutos del cenobio en favor de los pobres, dió exacta razón de lo dado y de lo recibido haciendo ver a toda la comunidad que, en sus almacenes y bodegas, el trigo, el vino, el aceite y el dinero rebosaba, como si se hubiera acumulado el doble y no se hubiera sacado de ellos absolutamente nada.

El martirio

Los años pasaban pero fray Bernardo no olvidaba a su familia. Tras permanecer en el monasterio más de dos décadas, solicitó al Abad Hugo retornar a Carlet para predicar en su tierra. Allí marchó y se encontró con que sus padres habían muerto y gobernaba su hermano Al Mansur. Expuso a su hermano y a sus hermanas Zaida y Zoraida el evangelio cristiano. Ante el rechazo y la hostilidad de Al Mansur, Bernardo decidió huir con sus hermanas que si se sintieron atraídas por la predicación de su hermano monje.

Obra del artista Francisco Valencia Soler

Obra del artista Francisco Valencia Soler.
Podemos ver en el centro y de espaldas al barquero con un mazo en la mano derecha y un clavo en la izquierda.

En su camino de huida Zaida y Zoraida serían bautizadas en Guadasuar, tomando el nombre de María y Gracia. Mientras Al Mansur, encolerizado ordenó la búsqueda. Bernardo, María y Gracia se ocultaron en unos bosques cercanos a Alzira. Tras pasar unos días se vieron obligados a salir en busca de alimentos, siendo avistados por Zulema, el barquero del río Júcar, quién les delató. Avisado Al Mansur, éste se acercó con sus huestes y capturó a sus hermanos. Como no conseguía que renunciaran a la fe cristiana ordenó atar a su hermano a un árbol y allí mismo clavaron en la frente de Fray Bernardo un clavo de hierro, probablemente el que utilizaba el barquero para amarrar la barca. Según otras versiones antes fue apaleado.

A pesar del horror de ver morir a su hermano, María y Gracia no renegaron de su nueva fe por lo que Al Mansur ordenó que fueran degolladas. Esto acaecía cerca de Alzira(Valencia-España) en agosto del año 1180. Según las fuentes consultadas el día variaría entre el 20 y el 23. En el lugar exacto del martirio, hoy en día rodeado de campos de naranjas, se erige como recuerdo un pequeño casalicio de ladrillo, conocido como «La Pileta del Martiri» en cuyo interior hay un sencillo retablo de cerámica con las imágenes de los Santos Patronos.

Sus cuerpos fueron abandonados. Días después serían enterrados allí mismo por personas anónimas (mozárabes o musulmanes). La noticia recorrió todos los reinos cristianos y, por supuesto, también llegó a Poblet.

El rey Jaime I encuentra los restos de San Bernardo

Pileta del Martiri año 2017

La Pileta del Martiri

El rey Jaime I el Conquistador tomó la Villa de Alzira el 30 de diciembre de 1242. El rey era un gran valedor del Monasterio de Poblet y de la orden del Cister. De hecho cuando murió en Alzira en 1276 fue amortajado con los hábitos de dicha orden. Así no es de entrañar que pusiera mucho empeño en encontrar los restos de un santo Mártir y de la orden del Cister de Poblet.

Cuando encontraron los restos de los santos hermanos, el rey Jaime I mandó que allí mismo, donde habían sido martirizados y enterrados, fueran de nuevo sepultados en dos preciosos sarcófagos que mandó construir, uno para San Bernardo y el otro para sus hermanas, convirtiéndose el lugar en centro de peregrinación.

Los sepulcros estaban cubiertos por un chapitel o cimborrio de madera sostenido por seis columnas de piedra. Había dos inscripciones: una en latín “HIC IACET CORPUS SANCTI BERNARDI MARTYRIS” (aquí yace el cuerpo de San Bernardo Mártir) y otro en valenciano “AQUÍ ESTAN LOS COSOS DE SANT BERNAT MARTYR, SANTES GRÀCIA Y MARÍA”.

En el mismo lugar también se construiría una pequeña ermita como apoyo a los peregrinos y para vigilar el santo lugar. Lamentablemente, al estar muy próximo el rio Júcar, las riadas obligarían, siglos después, a su abandono y posterior desaparición.

La guerra de las Germanías obliga a ocultar las reliquias

El final de la guerra de las Germanías obligaría a ocultar los restos de los santos. Ante la derrota del levantamiento agermanado que había apoyado la villa de Alzira, y su posterior pérdida de poder político, se temió perder las reliquias. Tanto la Catedral de Valencia como el Monasterio de Poblet reclamaban para sí los restos de los santos y la nueva situación podía ayudarles en sus reclamaciones. Así en 1521 los cuerpos fueron ocultados por cuatro alzireños (uno de ellos sería el ermitaño) elegidos para ello con el juramento de no divulgar su nuevo sepulcro. Cuando uno de ellos muriera el resto buscarían a otra persona idónea para revelarle el secreto. Éste periodo de ocultación se alargaría más de lo deseable.

Las reliquias halladas de nuevo

A pesar de que los restos de los santos ya no estaban en su sepulcro, cada vez era mayor la afluencia de peregrinos. Los alzireños debían saber que las reliquias no estarían muy lejos. En 1558 se decidió construir un pequeño monasterio que estaría a cargos de los trinitarios para atender espiritualmente a los numerosos peregrinos.

En el año 1600 fray Honorato Gilbau de Castro, fraile trinitario del monasterio de San Bernardo publicaría un libro sobre el santo titulado «Libro de la vida, martyrio, y algunos milagros de S.Bernardo, natural del territorio de la Villa de Alzira». Probablemente mientras lo escribía y buscaba información sobre San Bernardo le llegaron noticias de distintas fuentes sobre las sospechas de que los restos estaban enterrados en el interior de la ermita, cerca del altar.

Sin duda fray Honorato sería uno de los que promovió la búsqueda de las reliquias. Él fue uno de los que el 7 de abril de 1599 visitó al padre provincial Jerónimo Box para pedir permiso para cavar en el interior de la iglesia. El propio padre provincial visitó el monasterio el 15 de mayo. Pero no daba su permiso porque temía una pérdida de fe en los fieles si los restos no aparecían. Finalmente los frailes obtuvieron su autorización tras asegurar que lo harían en secreto y solo cavarían de once de la noche a tres de la madrugada.

Aunque les costó más de los esperado, finalmente, la madrugada del 23 de Julio de 1599 encontraron los restos enterrados junto a la puerta de la sacristía. A pesar del sigilo y de que solo informaron a unas pocas autoridades, al día siguiente seis mil personas de los pueblos de los alrededores llegaron al lugar para ver las reliquias.

Por eso Alzira y Carlet celebran la fiesta de su Santo Patrón el 23 de julio.

La iglesia abrió un proceso para recabar toda la información y poder autentificar las reliquias. Y así lo haría el Arzobispo de Valencia Don Juan de Ribera (posteriormente declarado santo) el 22 de enero de 1601.

Una imagen para preservar las reliquias

Lamentablemente a partir de entonces las reliquias empezarían a desaparecer. Cada vez había menos huesos en el arca depositada en el monasterio donde se guardaban los restos. De poco sirvió que estuviera cerrada por tres llaves que custodiaban tres personas distintas.

El 18 de noviembre de 1603, San Juan de Ribera emitió un mandato que prohibía sacar los huesos del arca sin permiso expreso bajo pena de excomunión. Para acabar con el problema en 1609 ordenó que se construyera una imagen de bronce para que en su interior se guardaran sus restos.

Esta imagen-relicario, de un metro de alta, es la que está expuesta actualmente en el altar de San Bernardo en la iglesia de Santa Catalina de Alzira. Esta medida sirvió para proteger las reliquias hasta nuestros días.

En 1647 se construyeron dos imágenes de bronce para, en este caso, preservar las reliquias de las Santas María y Gracia. Lamentáblemente éstas fueron destruidas en 1936 en las semanas previos a la guerra civil. Algunas de las reliquias se pudieron salvar.

La guerra civil hace peligrar las reliquias

En 1936, obligaría de nuevo a tener que esconder las reliquias de San Bernardo. Realmente dos meses antes del estallido de la guerra civil fue cuando atacaron e incendiaron las iglesias de Alcira. El 13 mayo anarquistas e izquierdistas asaltaron diversos edificios civiles y religiosos. Aquella noche unos devotos, aún a riesgo de sus vidas, sacaron de entre los restos humeantes de la parroquia de Santa Catalina las imágenes de bronce, todavía calientes, de Sant Bernat i les Germanetes, en cuyo interior se encontraban las reliquias.

Especialmente arriesgada fue la labor de Salvador Carreres Oliver quien con sus hijos Salvador y José fueron a pedir al «comité revolucionario », que estaba reunido en «La Gallera», permiso para entrar en la iglesia. Pero no fueron los únicos, hubo otros como Bernardo Andrés Bono, Leopoldo Serra Casterá y el matrimonio Ramón Flor Ortells y Pepita Montalva. Estos últimos fueron quienes escondieron la imagen de San Bernardo en su casa.

El 18 de julio estalla definitivamente la guerra civil. Los registros de las viviendas por parte de los milicianos se convierten en algo habitual.

Lamentablemente las imágenes de las Santas María y Gracia fueron encontradas por los milicianos en casa de Salvador Carreres y acabaron en una fundición. Buena parte de las reliquias fueron puestas a salvo por trabajadores de dicha fundición.

Aunque Ramón Flor ya había sufrido registros en su casa, consideró que Sant Bernat corría peligro y era más seguro sacar la imagen fuera de la ciudad. En septiembre, oculta en un camión, fue trasladada a Onda (Castellón) y allí su amigo José María Llopico Gallán la ocultaría durante el resto de la guerra.

Final de la guerra civil española y regreso de la imagen-relicario de San Bernardo

El 28 de mayo de 1939, una vez finalizada la guerra civil , la imagen-relicario de San Bernardo regresa Alzira. Fue recibida por multitud de personas. Debido al mal estado de las iglesias la imagen quedará expuesta, momentáneamente, en la casa de Ramón Flor y Pepita Montalvá. El 20 de julio la imagen regresará definitivamente a la Iglesia de Santa Catalina.

«Després de Déu, el més milagrós es Sant Bernat»

Todos los que intervinieron para salvar la imagen-relicario de San Bernardo aquella fatídica noche de mayo de 1936, salvarían sus vidas durante la guerra civil. Algunos acabaron detenidos en la checa de «La Gallera» pero cuando surgió la oportunidad escaparon. Todos milagrosamente conservaron la vida. Por eso decían «Després de Déu, el més milagrós es Sant Bernat».

Los Mártires Bernardo, María y Gracia, conocidos secularmente como Santos Patronos, son Patrimonio espiritual e histórico de Carlet y Alzira y su culto y devoción han sido privilegiados por papas y reyes.

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar